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El impacto de los hábitos de vida sobre la progresión del deterioro cognitivo
01 de agosto 2024
Tiempo estimado de lectura: 5m
El estilo de vida parece ser clave para prevenir el desarrollo del Alzheimer

Getty Image

Un nuevo estudio sugiere que cambios intensivos en la dieta y el estilo de vida podrían no solo prevenir el deterioro cognitivo relacionado con la enfermedad de Alzheimer, sino posiblemente mejorar la condición en personas que transitan las etapas tempranas de esta afección.
Esta investigación se diferencia de decenas anteriores en un punto: si bien se ha venido demostrando que un estilo de vida saludable podría reducir el riesgo de Alzheimer, no se había comprobado hasta ahora nada sustancial sobre la reversión de los daños. Este trabajo lo hizo, pero justamente por la poca información basada en evidencia existente, los mismos investigadores dicen que hacen falta más ensayos para consolidar con más datos la conclusión a la que llegaron en su estudio.
El estudio se realizó con 51 pacientes y duró 20 semanas.
Para el ensayo, los científicos adoptaron un enfoque “holístico”, tratando el Alzheimer con una variedad de intervenciones que se ha venido comprobando que tienen potencial para reducir el riesgo. Estas intervenciones fueron intensivas y exhaustivas. Consideran que este enfoque puede ser una posible razón por la cual sus resultados difieren de estudios anteriores que emplearon intervenciones más moderadas.
Los 51 sujetos del estudio, cuya edad promedio era de 73.5 años, estaban en las etapas iniciales de la enfermedad de Alzheimer y todos habían sido diagnosticados con deterioro cognitivo leve o demencia temprana. De ellos, 26 fueron asignados aleatoriamente al grupo de intervención, el resto al grupo de control.
Las intervenciones abarcaron:
  • Dieta. Los participantes recibieron en sus casas comidas basadas en un régimen vegano, que no tenía restricciones de calorías, pero estaba “enriquecido” con suplementos que se cree que apoyan la cognición, como los ácidos omega 3, la curcumina, los complejos de vitaminas C y B12 y multivitamínicos y probióticos, entre otros nutrientes.
  • Ejercicio. Los participantes realizaron 30 minutos de ejercicio aeróbico por día y entrenamiento de fuerza tres veces por semana. También yoga, estiramiento y ejercicios de respiración para el manejo del estrés.
  • Socialización. Los participantes se reunieron en grupos tres veces por semana, con charlas coordinadas por un profesional de salud mental para fomentar el apoyo de una red social.
El apoyo para transformar estas intervenciones en hábitos se realizaron en persona y en citas a través de Zoom.
Para establecer una línea de base y medir el progreso, los participantes realizaron cuatro pruebas estándar utilizadas para medir el rendimiento cognitivo en ensayos de medicamentos de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA). Los resultados variaron según la prueba, pero en general mostraron que el grupo de intervención mejoró o se mantuvo igual, mientras que el grupo de control se mantuvo igual o empeoró.
Los investigadores, de instituciones de Estados Unidos, Reino Unido, Finlandia y Suecia, también examinaron la sangre y los microbiomas de los participantes. El biomarcador llamado pTau 181, mostró pocos cambios entre los controles y el grupo de intervención, pero los investigadores encontraron mejoras en otro marcador, que mide la proporción de dos formas de la proteína beta‑amiloide, que forma placas en el cerebro, característica de la enfermedad de Alzheimer.
Las medidas asociadas con la salud cardíaca y metabólica, como el colesterol, la A1c, la hemoglobina y otras también mejoraron. El microbioma del grupo de intervención cambió, con poblaciones de bacterias beneficiosas aumentando y las que se cree están asociadas con la enfermedad de Alzheimer disminuyendo.
Además, hubo un efecto dosis‑respuesta en ambos biomarcadores y pruebas cognitivas, con el grado de cambio positivamente asociado con la adherencia a las intervenciones de estilo de vida.
El siguiente paso sería un estudio más amplio para ver si los resultados se replican.
Cada vez hay más pruebas que vinculan los factores del estilo de vida con la aparición y progresión de la demencia, incluido el Alzheimer. Estos incluyen dietas poco saludables, sedentarismo, estrés emocional y aislamiento social.
Una comisión de The Lancet sobre prevención, intervención y atención de la demencia enumeró 12 factores de riesgo potencialmente modificables que en conjunto representan aproximadamente el 40% de la carga mundial de la demencia. Muchos de estos factores (hipertensión, tabaquismo, depresión, diabetes tipo 2, obesidad, inactividad física y aislamiento social) también son factores de riesgo de enfermedad coronaria y otras afecciones crónicas porque comparten muchos de los mismos mecanismos biológicos subyacentes.
Estos incluyen inflamación crónica, estrés oxidativo, resistencia a la insulina, reducción de telómeros, hiperactividad del sistema nervioso simpático y otros.
En un gran estudio prospectivo de adultos de 65 años o más en Chicago, el riesgo de desarrollar EA fue un 38% menor en aquellos que consumían cantidades altas de vegetales, comparado con los que comían menos, y un 60% menor en aquellos que consumían ácidos grasos omega‑3 al menos una vez por semana; en la otra vereda, el consumo de grasas saturadas y grasas trans duplicó con creces el riesgo de desarrollar Alzheimer.
Una revisión sistemática y un metanálisis de 243 estudios prospectivos observacionales y 153 ensayos controlados aleatorios encontraron una relación similar entre estos y factores de riesgo similares y el comienzo de la enfermedad.
La mayoría de los estudios comprobaron que:
  • Los modelos de intervenciones combinadas obtenían mejores resultados que aquellos individuales.
  • Las mejoras no solo se observaban en el Alzheimer, sino en otras afecciones.
Por ejemplo, en el estudio Finlandés de Intervención Geriátrica (FINGER), que originalmente estaba enfocado en ralentizar el Alzheimer, resultó en una reducción del 13% al 20 % en las tasas de eventos de enfermedades cardiovasculares de los participantes.
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