Estados Unidos enfrenta seis brotes de sarampión, el principal en Texas, en donde dos niños han fallecido a causa de la enfermedad infecciosa. Hasta principios de abril de 2025 sumaban
más de 600 casos, el 97% de ellos en personas que no habían recibido la vacuna preventiva.
Se trata de una enfermedad considerada erradicada en ese país desde el año 2000 gracias a la inmunización.
Aunque todavía se presentan casos aislados, mayormente importados, Latinoamérica se considera una
región libre de sarampión endémico desde 2016.
Pero la disminución de la vacunación en algunas partes del continente, especialmente en Estados Unidos, puede afectar a todos, porque el sarampión es muy contagioso y circula rápido.
Los siguientes son algunos de los mitos que rodean a esta infección y a la vacuna, y que perjudican las campañas que promuevan la inmunización. Por eso es bueno desterrarlos.
Mito 1. El sarampión que está circulando no es peligroso
Falso. El sarampión es una enfermedad viral
altamente contagiosa que afecta principalmente a niños y puede causar complicaciones graves, como diarrea intensa, infecciones de oído, ceguera, neumonía y encefalitis (inflamación del cerebro). Algunas de estas complicaciones pueden ser mortales. El grupo de edad más afectado incluye a niños de 1 a 9 años y adultos jóvenes de 20 a 29 años. Y es importante recorder esto último: los menores tienen mayor riesgo de contraer el virus, pero también puede afectar a los adultos, de hecho la tercera muerte por sarampión en Estados Unidos fue
un adulto en Nuevo México. Sí, es peligroso para todos.
Mito 2. La vacuna no protege contra el sarampión
Falso. Los estudios de décadas que analizaron la eficacia y la seguridad de la vacuna contra el sarampión, llamada MMR y que actúa previniendo también la rubeola y las paperas, demostraron que si la persona recibe las dos dosis requeridas tiene
un 97% de protección contra el virus. Si recibe solo una dosis, la protección es del 93%. La inmunización ofrece protección de por vida para la mayoría de las personas.
Mito 3. La vacuna contra el sarampión causa autismo
Falso. Esta información errónea surgió de un estudio con 12 participantes publicado en 1998, liderado por el doctor británico Andrew Wakefield, que sugirió esta relación. El daño que hizo esta mentira perdura hasta hoy. Se comprobó que el estudio liderado por Wakefield
era fraudulento: se habían manipulado datos con el propósito de promover esta asociación. Investigaciones posteriores desterraron por completo la relación entre las vacunas y el autismo. Instituciones como
Autism Speaks han declarado públicamente que este vínculo es falso.
Mito 4. La vacuna no es necesaria porque el sarampión es una enfermedad rara
Falso. Los brotes en curso demuestran que las prácticas de vacunación tienen que ser consistentes, y perdurar en el tiempo. Si disminuye la tasa de personas vacunadas no solo el individuo queda expuesto al virus sino que se pierde la protección conocida como de rebaño, la seguridad colectiva. Como el virus todavía circula en el mundo, y no conoce de visados, si entra en un área y no encuentra resistencia inmunitaria, significa que ese será un terreno fértil para diseminarse e infectar.
Por eso la vacunación no es solo un acto de protección personal, sino que tiene que ver con ayudar a proteger la salud de toda una comunidad.
Fuentes consultadas: Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, Organización Panamericana de la Salud, Arnold Palmer Hospital for Children.