Las leyes sobre el consumo de cannabis (cuyo producto más popular es la marihuana) han ido moldeando una apertura del uso de esta sustancia en América Latina, el Caribe y Estados Unidos, tanto con fines médicos como recreacionales.

Los cambios en las legislaciones se consideran un triunfo de las libertades individuales y un avance para aquellos pacientes que logran mitigar el dolor de tratamientos, por ejemplo, contra el cáncer, fumando marihuana. Sin embargo, también han abierto la puerta a un mayor consumo en una población vulnerable desde lo social y lo médico: los adolescentes.

Los cerebros de los jóvenes, cuyas personalidades comienzan a delinearse como individuos en sus sociedades en esta etapa de la vida, todavia están en desarrollo, y el impacto del uso de esta hierba puede ser muy negativo. Esto destaca un estudio reciente, el último de cientos que han investigado esta problemática, en especial vinculada a afecciones de salud mental.

Este estudio en particular analizó la relación entre los síntomas de la psicosis y el consumo de marihuana. Se realizó con una cohorte de 11.868 adolescentes y halló que los que habían consumido cannabis en cualquier momento durante el período de estudio informaron una mayor cantidad de síntomas del espectro de la psicosis y más angustia por los síntomas en relación con aquellos que nunca usaron cannabis.

Los expertos explican que se ha postulado con frecuencia que el consumo de cannabis entre adolescentes contribuye a la aparición y progresión de la psicosis. Y también a empeorar un diagnóstico existente. Parte del problema, destacan, es que se considera a la marihuana una droga “suave” (en el imaginario popular, menos peligrosa) y que los jóvenes la utilizan como “automedicación”, creyendo que pueden aliviar síntomas que están experimentado y que no comprenden.

La psicosis, una de sus manifestaciones más reconocidas es la esquizofrenia, es una afección psiquiátrica que provoca pensamientos, percepciones (visuales, auditivas), comportamientos y emociones extrañas. Mejora o empeora según factores ambientales, como el consumo de drogas y el estrés.

Los hallazgos de este estudio subrayan la importancia de tener en cuenta la vulnerabilidad compartida y los efectos de la automedicación al modelar las asociaciones entre el cannabis y el riesgo de psicosis, en particular en la adolescencia. Estas investigaciones también exploran intervenciones que ayuden a prevenir este consumo, ya que se ha comprobado también que el consumo de cannabis en la adolescencia se asocia a un mayor riesgo de psicosis en etapas posteriores de la vida.

Otro trabajo reciente, un meta análisis, evaluó 63 estudios que investigaron el impacto del uso de esta hierba alucinógena y su vínculo con el rendimiento académico. Concluyó que este hábito durante la adolescencia y la adultez temprana probablemente se asocie con un aumento del ausentismo y el abandono escolar; una menor probabilidad de obtener buenas calificaciones académicas, graduarse de la escuela secundaria, inscribirse en la universidad y obtener un título; y tal vez un aumento del desempleo en el futuro. Destacaron que se necesitan más investigaciones para identificar intervenciones y políticas que mitiguen los factores asociados con la exposición temprana al cannabis.

Y, viendo más allá en el análisis de la marihuana y las afecciones de salud mental, investigadores utilizaron 11 estudios, con un total de 23.317 participantes, para indagar relaciones subyacentes entre su consumo y otros trastornos, y concluyeron que “la elevada prevalencia del consumo de cannabis entre los adolescentes implica un gran número de jóvenes que podrían desarrollar depresión y tendencias suicidas atribuibles al cannabis”. Agregan que se trata de un crítico problema de salud pública y de una preocupación que debería abordarse adecuadamente mediante políticas de atención sanitaria.

Los mecanismos por los cuales los cannabinoides (los cientos de componentes del cannabis) producen síntomas psicóticos transitorios no están claros, pero pueden involucrar la neurotransmisión de dopamina, GABA y glutamato. La dosis, la duración de la exposición y la edad de la primera exposición a los cannabinoides también pueden ser factores importantes.

La combinación de este “curioso” primer contacto con la personalidad del joven, la herencia y determinantes de salud pueden volver esa psicodelia transitoria en un diagnóstico de psicosis.

Expertos coinciden en que la estrategia para abordar el consumo de cannabis en adolescentes debe ser multifacético. La familia es el primer paso natural para generar una barrera preventiva permitiendo al joven superar el uso a través de la confrontación con hechos que demuestren el riesgo y la comunicación honesta.

A nivel social y de legislación la American Academy of Child & Adolescent Psychiatry (AACAP) ha sido contundente: “Los cambios en las políticas relacionadas con la marihuana, incluida la legalización, pueden tener consecuencias no deseadas importantes para los niños y adolescentes. La AACAP apoya (a) iniciativas para aumentar la conciencia sobre los efectos nocivos de la marihuana en los adolescentes, (b) un mejor acceso a tratamientos basados en evidencia para adolescentes con problemas relacionados con la marihuana, y (c) un seguimiento cuidadoso de los efectos de los cambios en las políticas relacionadas con la marihuana en la salud mental de los niños y adolescentes”.

La entidad, y otras que se han hecho eco, abogan firmemente por la participación de la comunidad médica y de investigación en estos debates críticos y de gran impacto relacionados con las políticas.

Esta historia se produjo utilizando contenido de estudios o informes originales, y de otras investigaciones médicas y fuentes de salud, y salud pública, destacadas en enlaces relacionados a lo largo del artículo.