Más allá del trabajo que tengas, el
estrés laboral siempre puede aparecer. Ya sea por la presión que sientes por demostrar lo que puedes lograr, la exigencia de trabajar muchas horas o de tener que entregar informes diarios, o porque discutes con un colega, esta forma de estrés surge sin aviso y, si no se controla, puede volverse crónica y ser abrumadora, perjudicial tanto para la salud física como mental.
Es un tipo de estrés que suele no terminar cuando finaliza la jornada de trabajo: la tensión se puede “llevar” a casa y afectar distintos aspectos de la vida y el bienestar.
Entre los factores más citados como disparadores de estrés laboral en la encuesta anual sobre trabajo de la Asociación Americana de Psicología (APA) están:
Salario bajo
Carga de trabajo excesiva
Pocas oportunidades de crecimiento
Trabajo que no es interesante ni desafiante
Falta de apoyo social
No tener suficiente control sobre las decisiones en el trabajo
Exigencias conflictivas o expectativas de desempeño poco claras
Las consecuencias dependen de la persona y pueden abarcar desde no poder dormir bien, y malestares físicos como dolor de cabeza y estomacales, hasta enojo sin causa aparente, depresión y adicciones al alcohol o las drogas.
Reconocer que hay un problema. Cuando hay una crisis y la persona percibe algunos de estos síntomas, es importante confrontarlos de inmediato y comprender cuál puede ser la causa.
Tomarse descansos. Si la persona se siente estresada o enojada en el trabajo, un descanso siempre ayuda. Incluso si es breve puede ayudar a refrescar la mente. Una caminata, comer una fruta, pensar en proyectos personales. Algo que distraiga.
Cerrar los ojos y respirar profundo. Si no se puede dejar el puesto de trabajo, estas dos simples acciones fisiológicas pueden ser una ayuda temporal.
Delinear el trabajo. Crear una descripción del puesto o revisar las tareas puede ayudar a obtener una mejor comprensión de lo que se espera de tí y dar una mayor sensación de control.
Establecer metas razonables. Muchas veces la persona piensa que asumiendo más tareas y responsabilidades se logra ascender o demostrar la capacidad cuando en realidad puede volverse un laberinto sin salida.
Controlar la vida digital. Los teléfonos celulares y el correo electrónico pueden hacer que sea difícil desconectarse del trabajo. Es sabio poner límites: apagar los dispositivos durante la cena o luego de cierta hora de la noche.
Hacer cosas que se disfruten. Reservar un espacio para pasatiempos, ya sea pintar, encontrarse con amigos, leer un libro o ver una película.
Tomarse vacaciones. El tiempo libre del trabajo es esencial. No hace planear un costoso viaje, simplemente disfrutar de un tiempo diferente, tal vez paseando, yendo a un museo o a un parque.
Aprender otras maneras de manejar el estrés. Existen muchas otras formas de
manejar el estrés, incluso hacer ejercicio regularmente y utilizar
técnicas de relajación.
Fuentes consultadas: Asociación Americana de Psicología (APA), Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH) de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC)