El
más reciente informe del cirujano general de Estados Unidos alerta sobre el vínculo entre el alcohol y el cáncer: en 2020, a nivel mundial, hubo 741.300 diagnósticos relacionados con este consumo.
Este documento se alinea con
el último de la región de Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), lanzado en febrero, “Etiquetas de advertencia sanitaria sobre el consumo de alcohol: una perspectiva de salud pública para Europa”, que apunta el aumento del consume de bebidas alcohólicas, la falta de conciencia y la necesidad de alertar sobre este riesgo.
Por supuesto, la lógica indica que si se bebe menos el riesgo es menor. Pero el problema, apunta el oficial de salud estadounidense que es la máxima autoridad sanitaria del país, es más complejo.
Las personas toman cada vez más, muchas veces superan las dos copas por día, el umbral que se considera el paso a una zona de alto riesgo para el desarrollo de esta patología. Pero, además, los datos resaltan otra preocupación: un 25% de los casos globales ocurrieron en personas que informaron beber menos de dos copas diarias.
La conclusión a la que llega el informe es que, definitivamente, la cantidad que se bebe importa y el desarrollo de la enfermedad se puede relacionar también con otras comorbilidades. Pero el daño comienza a ocurrir por el solo acto de beber. Esto indica que tal vez hay que revisar el estándar “permitido” de dos copas diarias para los hombres y una para las mujeres, analiza el documento.
En Estados Unidos, en donde cada año se diagnostican más de 90.000 casos de cáncer relacionados con el alcohol, este consumo es la tercera causa prevenible de cáncer, luego del tabaquismo y la obesidad.
A pesar de la clara evidencia que demuestra el efecto del consumo de alcohol en el riesgo de cáncer, existe una gran brecha en la comprensión pública de este riesgo. El informe del cirujano general revela que solo el 45% de las personas cree que tomar bebidas alcohólicas aumenta el riesgo de cáncer.
América Latina tiene un
alto consumo de alcohol per cápita. Y este consumo excesivo es un factor de riesgo significativo no solo para el cáncer, sino también para:
lesiones,
comportamiento sexual riesgoso,
infecciones,
enfermedad cardiovascular,
y enfermedad hepática.
Aproximadamente el 35% de los pacientes con trastorno por consumo de alcohol (TCA) desarrollarán algún grado de enfermedad hepática crónica (esteatohepatitis, fibrosis, cirrosis y/o carcinoma hepatocelular).
Para determinar si existe una relación causal entre un factor de riesgo (una conducta, exposición o característica) y un resultado de salud como el cáncer, se utilizan evaluaciones exhaustivas de evidencia científica y la aplicación de criterios científicos de eficacia comprobada, como los
criterios de Bradford Hill.
Según el informe europeo, las etiquetas de advertencia sanitaria en las bebidas alcohólicas son esenciales para concientizar sobre el riesgo de cáncer que supone el consumo de alcohol. “Esta medida sencilla y económica puede ayudar a los consumidores a tomar decisiones informadas que pueden ayudar a reducir los daños relacionados con el alcohol”, indica el documento, remarcando la urgente necesidad de un etiquetado obligatorio y estandarizado en las bebidas alcohólicas.
Un estudio incluido en el informe de la OMS/Europa, realizado en 14 países de la Región Europea, reveló una sorprendente brecha en la concientización: solo el 15% de los encuestados sabía que el alcohol causa cáncer de mama, y solo el 39% conocía su relación con el cáncer de colon. Estos cánceres representan la mayor proporción de cánceres relacionados con el alcohol en la Unión Europea entre las mujeres (cáncer de mama) y los hombres (cáncer de colon).
El informe del cirujano general de Estados Unidos destaca que el consumo de alcohol aumenta el riesgo de al menos siete tipos de cáncer: de boca, garganta, laringe, esófago, mama, hígado, y colorrectal.
Por qué el alcohol ayuda al desarrollo del cáncer
Estudios biológicos han comprobado que el etanol (el tipo de alcohol puro que se encuentra en todas las bebidas alcohólicas) puede causar cáncer de al menos cuatro maneras:
Primero, el alcohol se descompone en acetaldehído en el cuerpo. El acetaldehído es un metabolito que causa cáncer al unirse al ADN y dañarlo. Cuando el ADN se daña, una célula puede comenzar a crecer sin control y crear un tumor canceroso.
Segundo, el alcohol genera especies reactivas de oxígeno, que aumentan la inflamación y pueden dañar el ADN, las proteínas y los lípidos en el cuerpo a través de un proceso llamado oxidación.
Tercero, el alcohol altera los niveles hormonales (incluido el estrógeno), lo que puede desempeñar un papel en el desarrollo del cáncer de mama.
En cuarto lugar, los carcinógenos de otras fuentes, especialmente las partículas de humo de tabaco, pueden disolverse en el alcohol, lo que facilita su absorción en el cuerpo, aumentando el riesgo de cáncer de boca y garganta.
Si bien la relación causal entre el consumo de alcohol y el cáncer está firmemente establecida, se necesita más investigación sobre el posible efecto del consumo de alcohol en el aumento del riesgo de cáncer en otras partes del cuerpo, como la piel, la próstata, el páncreas y el estómago.
También se necesita más investigación para determinar cómo los patrones de consumo de alcohol específicos (por ejemplo, beber en exceso o no beber en exceso) pueden afectar el riesgo de cáncer, así como también cómo el consumo de alcohol a edades específicas y durante ciertos períodos de desarrollo, como la adolescencia y la edad adulta, puede influir en el riesgo de cáncer.