El sedentarismo es una de las epidemias del siglo XXI. Se sabe que la inactividad no es buena para la salud, y un nuevo trabajo agrega una razón muy poderosa para moverse, levantarse de la silla o el sofá y comenzar a caminar, o hacer una actividad de movimiento que te guste.
Nuevas investigaciones muestran que la actividad física mantiene al cerebro lo suficientemente activo para que aleje al Alzheimer.
El movimiento puede llegar a tu vida de diferentes formas:
Cómo impulsar un hábito que no forma parte de tu vida
Para empezar a hacer ejercicio si nunca lo has hecho, empieza con metas pequeñas y alcanzables:
10‑15 minutos de actividad ligera al día, y aumenta gradualmente la intensidad y la duración.
Incorpora el ejercicio a tu rutina diaria con cambios sencillos como caminar más, subir las escaleras o hacer estiramientos en el escritorio.
Encuentra actividades que disfrutes y combínalas con otras que ya hagas, como caminar mientras escuchas un podcast o hacer yoga mientras ves la televisión. También, por ejemplo, leer mientras pedaleas en una bicicleta fija.
La motivación mental también es un componente vital. Vizualísate más adelante en tu vida, apenas unos meses en el future cercano, cuando te duelan menos los huesos, te sientas más ligero, y de paso te entre aquél pantalón escondido en el armario.
Y ahora, puedes agregar a la lista de cosas positivas, protegerte con una enfermedad degenerativa que padecen el
9% de las personas de 65 años en adelante en América Latina y el Caribe.
Científicos del Centro de Memoria y Alzheimer de la Universidad de Vanderbilt descubrieron como los hábitos de vida
pueden influir en la probabilidad de desarrollar la enfermedad. Según el estudio publicado en Alzheimer's & Dementia: The Journal of the Alzheimer's Association, los investigadores descubrieron que el aumento del sedentarismo (tiempo que pasan sentados o acostados) en adultos mayores se asociaba con una peor cognición y una reducción del tamaño del cerebro en áreas relacionadas con el riesgo de desarrollar Alzheimer.
“Reducir el riesgo de padecer Alzheimer no se trata solo de hacer ejercicio una vez al día”, afirma el trabajo en sus conclusiones. “Minimizar el tiempo que se pasa sentado, incluso si se hace ejercicio a diario, reduce la probabilidad de desarrollar Alzheimer”.
El equipo de investigadores examinó la relación entre el sedentarismo y la neurodegeneración en 404 adultos mayores de 50 años. Los participantes del estudio usaron un reloj que medía su actividad continuamente durante una semana.
Su tiempo de sedentarismo se relacionó con su rendimiento cognitivo y con escáneres cerebrales obtenidos durante un período de seguimiento de siete años. Los participantes que pasaban más tiempo sedentarios tenían mayor probabilidad de experimentar deterioro cognitivo y cambios neurodegenerativos, independientemente de la cantidad de ejercicio que hicieran.
Estas conclusiones fueron más contundentes en los participantes portadores del alelo APOE‑e4, un factor de riesgo genético para la enfermedad de Alzheimer, lo que sugiere que reducir el tiempo de sedentarismo podría ser especialmente importante para los adultos mayores con mayor riesgo genético de padecer la afección degenerativa.
Es fundamental para nuestra salud cerebral tomar descansos a lo largo del día y movernos para aumentar nuestro tiempo activo.
La prevalencia de actividad física insuficiente en América Latina y el Caribe supera el promedio mundial. En 2022, por ejemplo, la proporción de la población de la región que no hacía suficiente ejercicio alcanzó el
36,6 % y podría ascender al 40% en 2030. Sin embargo, estos porcentajes cambian dependiendo de los países.
Fuentes consultadas: Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, estudios científicos, Statista, Alzheimer Journal, Eurekalert.