Muchas veces se cree que algo que tiene una base genética es inmodificable. Pero estudios han demostrado que esta afirmación no está escrita en piedra cuando se trata de la obesidad.
Una
revisión sistemática de información sobre más de 200.000 adultos descubrió que los portadores de la variante común del gen FTO, asociada de manera más consistente con la obesidad, pudieron reducir su riesgo mediante la actividad física.
Desde hace décadas investigaciones se enfocan en hallar respuestas genéticas a la obesidad, y apenas comenzado el 2025 hay revelaciones.
La novedad: hay genes específicos que pueden impulsar la obesidad y otros que “toman el control” de estos genes pro obesidad si medicamentos han debilitado su tarea de generar sobrepeso.
Pero aunque la genética juega un papel en la obesidad, investigadores aseguran que esta afección sigue siendo el resultado de interacciones complejas entre grupos de genes y factores ambientales.
Cuando se comenzó a investigar el vínculo entre la obesidad y la genética humana, se creía que había un solo gen impulsor de la obesidad. Sin embargo, esta idea se fue desterrando a medida que aparecieron nuevos genes implicados en el aumento de peso.
Una investigación publicada en enero, muestra que un "gen de la obesidad" recientemente identificado, y bautizado como "OTP", no solo impulsa el sobrepeso, sino que ataca a aquellos genes pro obesidad que las nuevas generaciones de medicamentos han estado bloqueando.
Este descubrimiento podría conducir a nuevas opciones de tratamiento para algunos tipos de obesidad que prevengan que OTP neutralice la acción de las drogas que atacan la grasa corporal.
“Nuestro estudio descubre la base molecular de la obesidad severa en un grupo de pacientes y sugiere un posible tratamiento”, dijo Chen Liu, profesor asociado de Medicina Interna y Neurociencia en UT Southwestern y uno de los autores de la investigación.
El impulso de los humanos y otros animales a comer –o no comer– está controlado en gran medida por una parte del cerebro llamada hipotálamo, explicó Liu. Conocer cómo actúan las proteínas y los genes alrededor de esta zona ha ayudado a comprender por qué algunas personas tienden a sufrir de sobrepeso y obesidad ya desde la infancia.
Este origen genético, combinado con factores ambientales, han hecho que en el siglo XXI la obesidad se transformara en un problema de salud pública.
¿Qué tienen que ver los genes con la obesidad?
La obesidad es el resultado de un
desequilibrio energético crónico en una persona que consume sistemáticamente más calorías de las que necesita para impulsar las funciones metabólicas y físicas de su cuerpo a través de los alimentos y las bebidas.
El rápido aumento de la prevalencia de la obesidad en la población en las últimas décadas se ha atribuido a entornos que ofrecen fácil acceso a alimentos ricos en calorías pero limita las oportunidades de realizar actividad física.
La obesidad es un importante problema sanitario porque aumenta el riesgo de desarrollar diabetes, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades graves.
Pero lo interesante es que, incluso en un entorno que impulsa la obesidad, no todo el mundo se vuelve obeso.
Antes de la era de la investigación genómica, los estudios de familiares, gemelos y adoptados ofrecieron evidencia científica indirecta de que una parte considerable de la variación de peso entre los adultos se debía a factores genéticos. Por ejemplo, un estudio clave que comparó el índice de masa corporal (IMC) de gemelos criados juntos o separados descubrió que los factores hereditarios tenían más influencia que el entorno infantil.
¿Un gen o un grupo de genes?
En la mayoría de las personas obesas, no se puede identificar una causa genética única.
Desde 2006, los estudios sobre el genoma (el conjunto de genes de una persona) han encontrado más de 50 genes asociados con la obesidad, la mayoría con efectos muy pequeños. Por eso se ha reforzado la teoría de que la mayoría de la obesidad parece ser multifactorial, es decir, el resultado de interacciones complejas entre muchos genes y factores ambientales.
¿Cómo controlan los genes el equilibrio energético?
Los genes son la base de las señales y respuestas que guían la ingesta de alimentos, y pequeños cambios en estos genes (las mutaciones) pueden afectar sus niveles de actividad.
La energía es crucial para la supervivencia. Y alterar la regulación energética humana puede modificar el control que tiene el organismo sobre el peso: los mismos genes que ayudaron a nuestros antepasados a sobrevivir hambrunas ocasionales ahora se ven desafiados por entornos en los que la comida es abundante durante todo el año.
Cambios individuales desafían a la genética
Los esfuerzos de salud pública para prevenir la obesidad se centran en estrategias que promuevan una alimentación saludable y alienten la actividad física.
Estas estrategias se emplean a nivel comunitario, de centros de salud, programas de bienestar e incluso políticas, por ejemplo, aumentando la disponibilidad de opciones de alimentos y bebidas saludables en las escuelas y otros entornos de públicos.
Y tienen éxito cuando muchas personas responden con cambios de conducta positivos.
Fuentes consultadas: estudios científicos, CDC.