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Terapia cognitivo‑conductual, una terapia eficaz en la práctica clínica
03 de septiembre 2025
Tiempo estimado de lectura: 5m
Terapia cognitivo conductual

GettyImages

Recientemente, la Asociación Internacional de Terapia Cognitiva agregó la palabra “conductual” a su nombre oficial. El cambio refleja la integración de técnicas de terapia cognitiva con métodos conductuales esenciales para tratar un amplio rango de afecciones.
La terapia cognitivo‑conductual (TCC) es una de las formas de psicoterapia más comunes y mejor estudiadas. Se trata de la combinación de dos enfoques terapéuticos: la terapia cognitiva y la terapia conductual.
Esta terapia combinada tiene sus orígenes en las décadas de 1950 y 1960, y surge de los campos de la psicología conductual y cognitiva. Combina técnicas centradas en la modificación de patrones de pensamiento negativos (cognitivas) con técnicas que abordan conductas problemáticas (conductuales).
Aunque cada enfoque terapéutico preciso depende de la afección o el problema a tratar, la idea básica de esta terapia es siempre la misma: lo que pensamos, cómo nos comportamos y cómo nos hacen sentir los demás están estrechamente relacionados y afectan a nuestro bienestar.
El origen de la terapia conductual está en el conductismo. Esta teoría asume que el comportamiento humano se aprende y, por lo tanto, puede modificarse o re‑aprenderse de forma diferente. Esta terapia busca determinar si ciertos patrones de comportamiento dificultan la vida o empeoran los problemas. Una vez identificados, el segundo paso es trabajar para cambiar esos patrones de comportamiento.
Por su parte, la terapia cognitiva ayuda a las personas a aprender a reemplazar estos patrones de pensamiento por pensamientos más realistas y menos dañinos. También les ayuda a pensar con mayor claridad y a controlar mejor sus propios pensamientos.
Esta forma de terapia mixta es ágil y se centra en los problemas y las crisis del presente. Aunque no ignora por completo el peso del pasado en las acciones actuales, se diferencia del psicoanálisis en que no ancla su estrategia en abordar lo vivido antes: lo hace tan solo para resolver y mejorar el presente.
La terapia cognitivo‑conductual se utiliza para tratar afecciones de salud mental como la depresión , la ansiedad , el trastorno obsesivo‑compulsivo y las adicciones.
Pero también puede utilizarse para tratar afecciones físicas como el dolor crónico asociado, por ejemplo, con dolor lumbar crónico o artritis reumatoide. En estos casos, se ha comprobado que lograr ayudar a las personas a afrontar mejor los síntomas, y a modificar conductas para abordar mejor estas afecciones.
Estudios científicos han demostrado que juntas, la estrategia cognitiva y la conductual, logran mejorar afecciones de salud mental, y por ende mejorar el bienestar del paciente. A nivel mundial hay 3970 estudios completados o en curso sobre esta terapia combinada aplicada a trastornos desde alcoholismo hasta estrés post traumático.
La Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental muestra en la gráfica siguiente, tomada de un documento sobre la TCC, cómo el terapeuta puede ayudar al paciente a que aprenda a modificar su actitud analizando reacciones opuestas ante una situación determinada:
SITUACIÓN:
Ha tenido usted un mal día, está harto y decide salir de compras. Cuando va por la calle, un conocido, al parecer, le ignora.
Ha tenido usted un mal día, está harto y decide salir de compras. Cuando va por la calle, un conocido, al parecer, le ignora.
Perjudicial
Favorable
Pensamientos
"Me ha ignorado ‑ no le caigo bien".
"Parece ensimismado ‑ Me pregunto si tendrá algún problema".
Sentimientos
Tristeza y rechazo.
Preocupación por la otra persona.
Reacciones físicas
Retortijones de estómago, poca energía, náuseas.
Ninguna ‑ se siente bien.
Comportamientos
Se va a a casa y evita a esa persona.
Le saluda para asegurarse que está bien.
Entre las estrategias que utiliza el terapeuta para modificar las formas de pensamiento están:
Aprender a reconocer las distorsiones del pensamiento que generan problemas y luego reevaluarlas a la luz de la realidad.
Obtener una mejor comprensión del comportamiento y la motivación de los demás.
Utilizar habilidades de resolución de problemas para afrontar situaciones difíciles.
Aprender a desarrollar una mayor confianza en las propias capacidades.
El tratamiento con TCC también suele implicar esfuerzos para cambiar los patrones de comportamiento. Entre ellos:
Enfrentar los propios miedos en lugar de evitarlos.
Utilizar juegos de rol para prepararse para interacciones potencialmente problemáticas con los demás.
Aprender a calmar la mente y relajar el cuerpo.
Con la TCC, el trabajo terapeuta‑paciente es consensuado, seguramente se comience cada sesión definiendo qué se discutirá ese día. Y, otra diferencia con el psicoanálisis tradicional, la TCC no dura años. Es probable que no se superen las 20 sesiones.
En sistemas de salud cada más multidisciplinarios, en los que se comprende al paciente como un todo en donde lo físico y lo mental conforman una unidad, el escenario ideal es que el proveedor de atención primaria utilice los protocolos para ser capaz de detectar cuándo un paciente puede beneficiarse de una terapia cognitivo‑conductual. La clave, dicen expertos, es trabajar de manera conjunta para que, con el apoyo del médico clínico, el terapeuta para llevar a cabo las sesiones necesarias para afrontar y resolver una problemática específica.
Esta historia se produjo utilizando contenido de estudios o informes originales, y de otras investigaciones médicas y fuentes de salud, y salud pública, destacadas en enlaces relacionados a lo largo del artículo.
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