Al hablar sobre las personas y su vínculo con el alcohol, la reconocida psicóloga y psiquiatra Marián Rojas Estapé enfatiza la importancia de la conciencia sobre los propios hábitos de consumo y los efectos que el alcohol tiene en cada individuo, tanto antes como después de beber.
De eso se trata, de tomar conciencia, y de descubrir cómo lograr cambios en nuestras vidas que nos beneficien. El trabajo de empoderamiento tiene sus desafíos pero también sus recompensas.
Se sabe que beber mucho
no es bueno para la salud general: puede afectar al corazón, perturbar el sistema endócrino y lastimar al hígado, entre otras cosas. Hay poderosas razones médicas para controlar el consumo de bebidas alcohólicas.
Y un
estudio reciente analiza estrategias eficaces para lograrlo, en base a cuatro escenarios habituales, pero distintos, que “invitan” a la bebida.
Escenario 1. Beber solo en casa
Lo hemos visto en decenas de películas. La persona llega a la casa y enseguida se sirve un whisky o una copa de vino, o abre una botella de cerveza, para “relajarse”. Si hay penas, nada mejor que “ahogarlas en alcohol”.
Un primer paso posible es diluir la bebida para tomar menos. Y un segundo paso es no tener el alcohol a la vista: está estudiado que si se lo tiene a la mano, se bebe más.
Es un intenso trabajo interno de respondernos preguntas sobre por qué bebemos mucho, cuándo bebemos, que nos impulsa a beber, lo que puede ayudar a romper el círculo vicioso del “alcohol para relajarse”, y el “alcohol para olvidar”.
Escenario 2. Beber en el bar con amigos
En un bar, el alcohol no solo es el principal protagonista sino también una fiesta de colores: copas hermosas con vinos exquisitos, altos vasos con tragos frutados.
“Las intervenciones para reducir el consumo de alcohol deben ofrecer tácticas adaptadas a los contextos de consumo de alcohol de las personas y que tengan en cuenta la presión individual y situacional específica del contexto para beber”, dice el estudio.
Entonces, ¿qué se puede hacer en un bar? Sustituir.
Los cócteles sin alcohol, las cervezas light, están de moda, se bebe, pero no se bebe. Así, al tener un vaso o copa frente a nosotros se evitan las presiones de los colegas, amigos o compañeros casuales porque ellos ven el vaso lleno. Y, trago va trago viene, la persona se acostumbra a saborear la fruta y no el vodka.
Se trata de revertir la situación social en derredor de la bebida, sin perder la diversion.
Como siempre, hay que tener fortaleza. Se debe tratar de una sólida decisión interna.
Escenario 3. Beber en familia
La familia puede ser el principal juez, pero también el principal incitador para beber. Basta con algunos tíos o primos bebedores para que la escena en el comedor o el jardín de la casa se transforme en un bar.
El consumo social, ya sea en público o en un entorno de personas cercanas, puede ser difícil de contrarestar, pero no es imposible. En este caso en el que hay confianza, es bueno hablar con los familiares, decirles a los seres queridos que has decidido beber menos o nada para cuidar o mejorar tu salud. Ellos entenderán y se convertirán en tus aliados.
Escenario 4. Beber al comer afuera
En un restaurante es en donde muchas veces se asocial la comida que se elige con el tipo de bebida: pastas con vino tinto, pescado con vino blanco, una ensalada con una cerveza.
Debes librarte mentalmente de estas asociaciones para elegir un platillo sin vincularlo al alcohol: la experiencia gastronómica puede no estar asociada a la bebida.
Si te ofrecen vino o un cóctel, puedes rechazarlo de manera elegante poniendo una excusa, como, por ejemplo, “esta noche no estoy bebiendo”. Pero también es cierto que no tienes por qué dar explicaciones, tomar o no tomar en un tema personal.
Recuerda que tus decisiones y tu salud son lo más importante. Y puedes ejercitar tu mente para lograrlo.
Fuentes consultadas: estudios científicos, Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo de EE.UU.