El acetaminofeno, también conocido como paracetamol, se utiliza desde hace décadas para tratar la fiebre y el dolor, dos síntomas que se presentan con frecuencia durante el embarazo.
Sin embargo, recientemente el
Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (HHS) ha emitido un comunicado expresando su preocupación por
una posible relación entre la exposición al paracetamol durante el embarazo, impactando especialmente en el útero, y trastornos del neurodesarrollo futuros en el bebé, como el autismo.
En septiembre, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) lanzó
un comunicado anunciando que iniciaba el proceso para modificar el etiquetado del acetaminofeno (el nombre comercial más popular en ese país es Tylenol) y productos similares para reflejar la evidencia que sugiere que el uso de este fármaco en mujeres embarazadas podría estar asociado con un mayor riesgo de afecciones neurológicas como el autismo y de trastornos por deficit de atención e hiperactividad (TDAH) en niños.
La agencia también emitió una carta dirigida a los médicos de todo Estados Unidos para alertarlos.
Aunque investigaciones basadas en observaciones han presentado conclusiones contradictorias, estudios de mayor envergadura y calidad han revelado menos probabilidades de mostrar una asociación entre el consumo materno de paracetamol y los trastornos del neurodesarrollo futuros en el bebé.
Lo que sí ha confirmado la ciencia es que la fiebre durante el embarazo se asocia con resultados adversos en el neurodesarrollo y puede causar defectos del tubo neural durante el primer trimestre.
Otros medicamentos alternativos para reducir la fiebre o el dolor, como los AINE o los opioides, se vinculan con una toxicidad alta cuando se utilizan durante el embarazo. Además del riesgo de volverse adictivos en el caso de los opioides.
Las principales organizaciones profesionales médicas siguen recomendando el paracetamol como tratamiento de primera línea para tratar estos dos síntomas durante la gestación. La Academia Americana de Pediatría indica que décadas de investigación científica avalan
el uso del acetaminofeno durante el embarazo, cuando se consumen las dosis recomendadas.
Lo mismo afirma el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos. En
un comunicado respondiendo a los anuncios de las entidades gubernamentales, esta organización que tiene más de 60.000 miembros dijo, entre otras cosas que:
Las sugerencias de que el uso de paracetamol durante el embarazo causa autismo no solo son muy preocupantes para los médicos, sino también irresponsables, dado el mensaje dañino y confuso que transmiten a las pacientes embarazadas, incluidas aquellas que podrían necesitar este medicamento que es beneficioso durante el embarazo.
El anuncio del HHS no se sustenta en la totalidad de la evidencia científica y simplifica peligrosamente las múltiples y complejas causas de los trastornos neurológicos en la infancia.
En más de dos décadas de investigación sobre el uso de paracetamol durante el embarazo, ningún estudio de prestigio ha concluido de manera concluyente, ni ha encontrado asociaciones significativas que indiquen que el uso de paracetamol, en cualquier trimestre del embarazo, cause trastornos del neurodesarrollo en la infancia.
El HHS y la FDA citaron dos estudios para respaldar sus afirmaciones sobre el acetaminofeno y para modificar el etiquetado.
Uno de los estudios que el HHS y la FDA utilizaron como referencia abarcó a 8.856 niños nacidos en Estados Unidos entre 1993 y 2005, hijos de mujeres participantes en el Estudio de Salud de las Enfermeras II. Este estudio
evaluó el uso regular de acetaminofeno durante el embarazo y lo asoció con un mayor riesgo de diagnóstico de TDAH en niños (10,2% frente a 7,8% sin uso regular). Sin embargo, en los análisis de casos completos, el resultado no fue estadísticamente significativo. Este estudio no evaluó las tasas de autismo.
El otro fue
una investigación en una Cohorte de Nacimientos de Boston, realizada en un subgrupo de 996 niños nacidos entre 1998 y 2018, en el se observaron niveles elevados de paracetamol o sus metabolitos en el plasma del cordón umbilical y que los científicos asociaron con tasas más altas de diagnóstico de autismo.
El uso de los niveles plasmáticos del cordón umbilical, que solo reflejan la exposición perinatal al paracetamol, como indicador de la exposición intrauterina total no ha sido validado, y la población estudiada no era representativa de la población general (el 100% de las muestras analizadas contenían paracetamol o sus metabolitos; el 37% de los participantes fueron diagnosticados finalmente con autismo o TDAH). Este estudio también ha sido criticado por la debilidad de sus métodos analíticos.
En 2024, estudios científicos
de alta calidad concluyeron que no había vínculo entre el consumo de paracetamol durante el embarazo y la presencia posterior de trastornos del desarrollo.
Esta historia se produjo utilizando contenido de estudios o informes originales (en ellos un análisis de The Medical Letter) y de otras investigaciones médicas y fuentes de salud y salud pública, destacadas en enlaces relacionados a lo largo del artículo.