El primer consejo es simple. Trata de estar sentado el menor tiempo posible.
Por supuesto, a más tiempo inactivo, más dolor de cuello: la conducta sedentaria es el principal factor de riesgo para este tipo de dolor.
Aunque el dolor de cuello puede ser síntoma de algunas afecciones médicas, en la mayoría de los casos se presenta por
malas posturas al estar trabajando, por ejemplo frente a una computadora o al cargar peso, o por estar mal sentado en un silla o sofa, en todos los casos por largos períodos de tiempo.
Las anteriores son algunas de las conclusiones de
un análisis de 25 investigaciones, que observó cómo el sedentarismo afectaba los cuellos de más de 43.184 pacientes.
El dolor de cuello es uno de los dolores musculoesqueléticos por el cual se consulta al médico con más frecuencia.
Entre otros factores que impactan en esta área tan crítica que conecta la cabeza con el resto del cuerpo están:
La edad (la osteoartritis que se puede desarrollar durante el envejecimiento puede aumentar el dolor en el cuello)
El estrés (el cuello es en donde se “instala” naturalmente la tensión)
Una caída o golpe (que lesione la zona del cuello o un área cercana)
El dolor de cuello no relacionado con una afección médica puede durar desde días hasta años, y puede degradar la salud general y la calidad de vida, por eso hay que tomar acciones para mejorarlo o eliminarlo. Se considera dolor de cuello crónico si persiste por más de tres meses.
El riesgo de dolor de cuello debido a conductas sedentarias es más pronunciado en mujeres que en hombres, y mayor en empleados que en estudiantes, indicó el estudio.
Tan solo permanecer sentado cuatro horas por días aumenta el riesgo de dolor de cuello en un 45%. Si la conducta sedentaria se basa en el uso de pantallas, el riesgo se eleva al 88% porque a estar sentado o recostado se suma la postura de la cabeza.
Si el dolor de cuello persiste, es importante consultar con el médico, para ver si no es el resultado de una afección subyacente.
Si no hay una afección relacionada a este dolor, hay acciones de estilo de vida que se pueden tomar en casa para confrontarlo y, en definitiva, mejorar el bienestar musculoesquelético general, entre ellas:
Mantener el cuello en movimiento. Realizar estiramientos suaves a diario, incluyendo
rotaciones de cuello y hombros, despacio primero y con más consistencia después que el dolor disminuya. Conviene calentar el cuello y la espalda con una almohadilla térmica o en la ducha o bañera antes de realizar estos ejercicios.
Moverse, al menos un rato, a diario. Caminar o hacer cualquier otro tipo de ejercicio o deporte es crítico para la salud del cuello y la salud musculoesquelética en general. Puedes encontrar el que mejor se adapte a tu cuerpo y a tu agenda diaria.
Aprender técnicas de relajación. Estos
momentos de relajación ayudan a desestresarse y, por lo tanto, alivian la presión en el cuello.
Hacer sesiones de fisioterapia. Un fisioterapeuta puede diseñar un plan de ejercicios que fortalezca los músculos del cuello y alivie la presión sobre la columna vertebral. También puede aplicar compresas frías o calientes durante la sesión para aumentar el flujo sanguíneo y la amplitud de movimiento (calor) o disminuir el flujo sanguíneo y la inflamación (frío). Algunos de estos ejercicios se pueden reproducir luego en casa.
El dolor de cuello no solo afecta la función física, la calidad de vida y la eficiencia laboral de las personas. En Estados Unidos, el gasto anual en dolor de cuello y espalda asciende a 87.600 millones de dólares, superando a la diabetes y las enfermedades cardíacas en cuanto a costos de atención médica.
En América Latina, el problema no es menor. Según información de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aproximadamente
50% de la población general en ese país alguna vez en su vida sufrirá dolor de cuello (cervical) debido a la mala postura al sentarse o al usar dispositivos electrónicos. La incidencia de este tipo de dolor también es
alta en América Central.
Fuentes consultadas: estudios científicos, Clínica Cleveland, Clínica Mayo, UNAM.