Inmunidad contra el cáncer, una realidad no tan lejana 

10 oct. 2022

Inmunidad contra el cáncer, una realidad no tan lejana

Tiempo de lectura: 5 minutos

Pocas áreas de la medicina han visto tantos avances tan dramáticos como la de las pruebas y el tratamiento del cáncer. Para diagnosticar, tratar, y curar esta afección con la que conviven unas 18.1 millones de personas en el mundo cada año, la ciencia se ha empujado al límite dentro y fuera del cuerpo humano. Pruebas genéticas capaces de detectar el riesgo, terapias inmunológicas cuyo blanco son los genes, quimioterapias en forma de aerosol, estrategias enfocadas en destruir la base misma de la formación de células malas. 

La lista es extensa y el objetivo es librar al mundo de esta enfermedad no transmisible que representa la principal causa de muerte a nivel global. 

Las cifras apoyan este esfuerzo de la comunidad científica internacional, que ha reunido a entidades públicas y privadas en el escenario siempre prometedor de los laboratorios. En Latinoamérica y el Caribe se diagnostican cerca de 1.5 millones de casos de cáncer anuales, y ocurren 700,000 muertes. En los Estados Unidos, son alrededor de 1.7 millones de casos anuales, con cerca de 600,000 muertes. 

Los científicos llaman a esta época, la era dorada para la investigación y el tratamiento del cáncer. Por décadas, la quimioterapia ha sido el tratamiento más importante tratar esta afección, y de hecho sigue siendo una terapia central. Este tratamiento farmacológico destruye las células cancerosas e impide que se dividan, es decir, que sigan creciendo. 

Sin embargo, la quimioterapia tradicional arrasa también con células normales, y tiene efectos secundarios y una toxicidad alta, además de generar resistencia. Por eso, el próximo paso son pruebas y terapias eficaces, no invasivas y con una alta tasa de éxito. Aunque hay desafíos, la lista de logros clínicos en esta dirección ya es amplia, y se centran en los avances descriptos a continuación. 

Pruebas genéticas

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Las pruebas genéticas ayudan a estimar la probabilidad que una persona tiene de desarrollar cáncer en el transcurso de su vida. Lo hace buscando cambios específicos en sus genes, cromosomas o proteínas. Estos cambios se llaman mutaciones. 

En muchos casos, estas pruebas permiten detectar si cierta mutación puede pasar de padre a hijo, lo que ayuda a guiar la atención de salud para poder prevenir eventualmente que esa mutación derive en cáncer, o manejar la afección si llega a desarrollarse. 

Sin embargo, hay controversia. Muchas personas que tienen mutaciones genéticas que predisponen al cáncer no lo desarrollarán, y algunos expertos consideran que hay que hacer un balance entre la tensión emocional que puede conllevar saberse portador de un gen de riesgo contra la probabilidad de desarrollar la enfermedad. 

Las pruebas genéticas están disponibles para algunos tipos de cáncer, entre ellos, el de seno, ovario, colon, tiroides, próstata, páncreas, melanoma, sarcoma, riñón y estómago. 

Inmunoterapias dirigidas

¿Por qué atacar solo a las células enfermas cuando se podría enseñar al cuerpo a luchar contra el cáncer? Esta es la pregunta central que motivó a los investigadores a iniciar una nueva exploración de posibles tratamientos. Así como se entrena al sistema inmune para luchar contra bacterias o virus, los estudios clínicos con las inmunoterapias dirigidas más innovadoras apuntan a esa meta: que el propio cuerpo sea capaz de ser un soldado entrenado en la batalla contra el cáncer. 

En ese sentido, una vía que se explora es el uso de los mismos anticuerpos, un tipo de proteína producida naturalmente por el sistema inmunitario al detectar sustancias dañinas o antígenos. Cada tipo de anticuerpo es único y defiende al organismo de un tipo específico de antígeno. Ahora los científicos pueden complementar esta función del sistema inmune mediante la creación y adaptación en el laboratorio de anticuerpos dirigidos contra determinados tipos de cáncer. A la mayoría de los anticuerpos dirigidos se los conoce como inmunoterapias “pasivas” porque se dirigen directamente a células tumorales en lugar de a células inmunitarias. Sin embargo, las innovaciones más recientes han producido variaciones de anticuerpos dirigidos que se consideran inmunoterapias “activas” porque también se dirigen a las células inmunitarias. 

Su forma de administración es versátil, puede ser por vía intravenosa o cápsulas. 

Estas terapias ya se usan en entornos clínicos; y en estos momentos hay 111 estudios clínicos en marcha en todo el mundo explorando más formas de utilizar esta opción terapéutica para tratar el cáncer. La inmunoterapia se considera hoy uno de los tratamientos más prometedores contra el cáncer. 

Quimioterapia intraperitoneal presurizada en aerosol

Esta forma de quimioterapia mínimamente invasiva, una alternativa a la larga sesión intravenosa en casos específicos de cáncer avanzado, se utilizó por primera vez hace una década en pacientes con una forma de metástasis del cáncer colorectal. Sin embargo, los ensayos clínicos para ampliar su uso a otros tipos de cáncer son recientes, y al parecer, los resultados son prometedores. 

La quimioterapia intraperitoneal presurizada en aerosol utiliza la técnica de la laparoscopía para introducir los fármacos oncológicos directamente en la cavidad abdominal, permitiendo un acceso más directo al tumor y una diseminación más profunda de los medicamentos para tratar el cáncer. 

Hay 22 estudios clínicos en marcha para investigar el potencial de esta técnica. 

Descubrimientos que se transforman rápidamente en tratamientos

En épocas pasadas, crear una vacuna o desarrollar un nuevo medicamento o terapia llevaba años. Hoy en día, las nuevas tecnologías, los recursos existentes, materiales y humanos, la colaboración institucional e internacional han puesto al laboratorio mucho más cerca del consultorio o la cama de hospital. 

 

Las nuevas terapias se utilizan en entornos médicos de investigación, con altos parámetros de seguridad, y con información de los ensayos que rápidamente se traducen en el uso clínico. A su vez, estos ensayos son más inclusivos en términos de raza y etnia, reciben a pacientes de todos los grupos demográficos, lo que genera resultados más inclusivos. En pocas palabras, la brecha entre la terapia experimental y su uso clínico es más corta y efectiva. 

Sin embargo, eso no significa que estas terapias más innovadoras sean de uso masivo. Todavía hay un camino de compromiso político, económico y social para que estas terapias costosas sean accesibles para todos los pacientes con cáncer que las necesiten. 

Si esto se logra, se podrá concretar lo que hasta ahora es una expresión de deseo: acorralar para siempre al cáncer. 

Recuerde, siempre consulte con su médico o profesional de la salud para determinar las mejores opciones para su cuerpo y su salud y para responder cualquier pregunta que pueda tener sobre cualquier asunto médico.

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